es mamá. Lo normal, o lo propio, es que tus hijos te obedezcan, ¿cierto? Pero contrariamente a lo que desearíamos, con cada niño no viene un botón automático que los haga responder “sí mamá”, “sí papá”, y que logre su atención y acción inmediatas cuando les solicitamos algo.
La queja de que los niños no obedecen, desafortunadamente, es muy común. Y también es común sentirnos sobrepasados al respecto. ¿Te ha pasado?
A continuación, te compartiré una serie de reflexiones para llegar a la causa del problema ¿Por qué nuestros hijos no obedecen? Te compartiré algunas pautas para mejorar nuestro manejo de la autoridad.
No, no te obedecerán solo por ser su mamá o su papá
El filósofo y educador españolCarlos Goñi Zubieta, nos sugiere junto con su esposa algunos puntos básicos para responder a la primer interrogante: ¿Por qué nuestros hijos no obedecen? Te los comparto:
1 La autoridad no viene legitimada por quien la ejerce, sino por cómo la ejerce
Al respecto, el Dr. Goñi nos dice que -contrario a lo que desearíamos- se requiere algo másque ser una figura de autoridad, para lograr hacerse obedecer.
Si nuestras acciones construyen, son consistentes, y tienen una finalidad educativa, lograrán impactar positivamente en la vida de nuestros hijos. Pero si estamos cometiendo errores en el manejo de la autoridad, nuestra experiencia como padres será en extremo frustrante.
Pero, ¿cómo conseguir ejercer positivamente la autoridad? Para eso, necesitamos revisar nuestro tipo de paternidad en el siguiente punto.
2 Tu hijo es desde ya una gran y hermosa obra de arte, ¡reconócelo!
El gran escultor Miguel Ángel, modestamente, afirmaba que cuando creaba sus maravillosas obras de arte, lo que hacía era solamente “quitar lo sobrante” a los grandes bloques de mármol que utilizaba. Si conoces algunas de sus magníficas obras, te darás cuenta de su gran talento, y de su gran humildad. Sin embargo, el ejemplo encaja perfectamente en este punto y nos ilustra cómo debemos educar a nuestros hijos.
El término “educar”, proviene del latín y significa “sacar de dentro”, y según otros expertos, también “guiar”. Nuestra misión como padres, debe ser un trabajo de fondo. Debe ser un conocimiento, enamoramiento y comprensión del gran bloque de mármol que es cada uno de nuestros hijos, y un proceso delicado de cincelado, que logre poco a poco “quitar el sobrante” de lo que a nuestros hijos les impide mostrar su gran belleza interior.
3 Revisar nuestro tipo de paternidad resolverá en gran medida el problema
Retomando las recomendaciones del Doctor Goñi, él considera que existen cinco tipos de padres: proteccionistas, desertores, permisivos, autoritarios y los padres con autoridad.
Los padres proteccionistas, no educan ni corrigen a sus hijos, porque no son capaces de ver lo que les conviene (se confunden entre protegerlos y sobre protegerlos). Los padres desertores, renuncian a educar a sus hijos, porque la labor les parece simplemente muy complicada. Los padres permisivos, consideran que si “limitan” a sus hijos, los pueden traumatizar o esclavizar. Los autoritarios, saben doblegar las conductas, pero consiguen ser obedecidos a través de la imposición, y no del convencimiento. Por último, los padres con autoridad, reconocen que hacerse obedecer es una labor de amor, de servicio, para hacer crecer a sus hijos.
Si tu hijo te obedece, crecerá firme
Saber mandar es un arte. Este arte, requiere -para empezar- una actitud positiva de los padres frente a la educación. Para lograr esta actitud positiva, es preciso comprender los beneficios de la sujeción de nuestros hijos a la autoridad:
El niño que obedece a sus padres, se obedecerá a sí mismo en el futuro
¿Para qué necesitamos que nuestro hijo se “obedezca a sí mismo”? ¡Para que sea libre!, para que pueda autodeterminarse. Para que frente a dos escenarios apetecibles, pueda elegir el que mayor crecimiento le aporte.
La capacidad de nuestro hijo de sobreponerse a su deseo primario, a sus impulsos, guiado por sus padres, y de saber contenerse con el fin en mente de ser mejor persona, es oro molido para la vida de nuestros hijos.
Cuando los educamos para asumir la autoridad paterna, no solamente nos hacemos la vida mas fácil, consiguiendo una relación civilizada y un buen comportamiento de nuestro hijo; lo más importante es que le enseñamos a ir forjando su carácter.
Entonces ¿Cómo me hago obedecer?
El doctor Goñi y su esposa, Pilar Guembe, nos brindan consejos muy prácticos que te anoto a continuación:
Cariño y visión
El cariño no tiene por qué estar peleado con la autoridad. Especialmente, porque se manda por el bien del hijo, no por ser un ogro monstruoso e iracundo. Es mucha más rica la autoridad y la educación, cuando vamos enseñando a nuestros hijos a buscar “portarse bien” para ser buenos, para ser mejores, -y mucho mejor-, para llegar al Cielo.
Claridad
Buscar que las órdenes sean concretas y claras. Además, procurar que tengan sentido y que sean pocas, para que sean efectivas. No pretendas encasquetar a tu hijo un estilo de vida casi militar desde el principio, comienza por lo mas urgente, lo que compromete su seguridad, lo que tu pequeño necesita con mas urgencia. En vez de sugerir: “sé bueno”, dile “cuando lleguemos a casa de la abuelita, procura no saltar ni pisar en el sillón blanco”.
Coherencia
Procura vivir de acuerdo a lo que exiges a tus hijos. Manda lo que tú estés dispuesto a hacer también, y lo que puedas supervisar.
Colaboración
La obediencia también es una forma de mejorar la armonía y la vida en familia. Tu hijo obedece porque es una manera de contribuir desde donde le toca a la vida familiar. Si le queda claro que hacer sus deberes y cumplir con sus obligaciones es parte de la armonía y crecimiento de la familia, le será mas fácil asumir la disciplina.
Conformidad
Es importante también que las órdenes vayan de la mano de la edad y estilo de vida de nuestros hijos. No puedes pedirle a un niño de 3 años que barra su habitación, pero sí puedes pedirle que junte sus juguetes.
Consideración
Las órdenes no se deben cumplir “porque sí”. Tu hijo es una persona, tiene derecho a conocer el sentido y necesidad de la indicación que recibe. Obviamente, siempre de acuerdo con su edad.
Constancia
Perseverar en las metas e indicaciones que damos a nuestros hijos les dará seguridad y consistencia.
Conveniencia
Es distinto dar una orden a nuestros hijos cuando es tarde y han tenido un mal día, a indicarles lo que deben hacer cuando se encuentran tranquilos y relajados. Asimismo, si le solicitamos algo cuando se encuentra con un amigo, será más difícil lograr el cumplimiento.
Convicción
Mandamos porque amamos. Esa convicción nos dará seguridad
Unidad
Es importante estar de acuerdo los padres en lo que se pedirá a los hijos. De esta manera, ninguno restará autoridad al otro y los hijos no tendrán una grieta de donde escaparse para obedecer.
¿Cómo ves estos consejos? ¿Cuál agregarías a tu lista personal?
Mi nieto: el pedacito de cielo que la vida me regaló
4 minutos
Mi nieto es el mejor regalo que mi hijo pudo hacerme. La personificación de la inocencia, del amor y de un vínculo puro e inigualable.
Mi nieto es el pedacito de cielo que la vida me regaló. Es una segunda oportunidad que los dioses me han obsequiado para hacer las cosas bien, para seguir construyendo futuro. Es mi ocasión de amar sin medidas y sin preocupaciones adicionales.
Ese niño, fruto del amor de aquel pequeño ser que vi nacer, hoy es mi todo. Me da el aliento necesario para superar los achaques de la edad. Es él quien me da razones para continuar habitando este mundo, tan solo para permanecer a su lado.
Mi nieto se ha convertido en el oxígeno que hoy me permite vivir el día a día de manera intensa. Es ese pequeño universo por el que giro noche y día. Fuente de admiración y adoración profunda, llena de color mi hogar con cada visita y colma de felicidad los últimos tramos de mi existencia.
Mi nieto, mi mejor obsequio
Mi nieto es el mejor obsequio que mi hijo pudo hacerme. El amor que siento por él es único, tan diferente a aquel inmenso sentimiento que me embargó cuando por primera vez conocí a mi amado hijo. Por ello mi nietecito es el heredero de todo mi tiempo, por haberme cedido el brillo de sus ojos y su contagiosa sonrisa.
Pues él reavivó mi capacidad de asombro al alargar mi vida con sangre de esperanza e ilusión. Es el sueño más perfecto que afortunadamente se ha hecho realidad. Hoy, el sonido de su inocente voz se ha convertido en mi bandera. Sus imágenes distribuidas por toda mi casa son como trofeos del campeón de la vida misma.
Mi nieto es el mejor premio que pude haber recibido tras criar con mucho amor a mi pequeño pedazo de sol. El mismo hoy me regaló el más bonito horizonte. Mucho cielo para esta abuelita que no se cansa de amar, y que espera todo el tiempo por llenar de besos y abrazos de oso a ese pequeño que tiene tanto cariño que ofrecer.
Mi nieto es mi pasado, mi presente y el futuro que me resta. Mi historia, mi familia y mi sangre. Por esto mismo, jamás podré negarme a sus pedidos. Por él soy capaz de lograr imposibles. Es mi niño consentido, mi cómplice y compañero favorito.
Ese chiquillo es un pasaje para viajar al pasado y recordar aquellos bellos días de mi infancia. Sentir los viejos aromas y juegos. Rememorar mi pasada inocencia, imaginación y frescura, recreándome en la suya. En definitiva, recordar la pureza que portaba y asimilar lo que he perdido a través de los años.
Mi nieto, mi sueño y mi ocupación
Ese nene tan pequeño que veo crecer frente a mí me permitió volver a soñar, al ser partícipe de sus sueños. Me mostró que tengo tanto que aprender… despertó en mí nuevas pasiones que creía imposibles. En suma, vino a este mundo para terminar de ablandar aún más mi corazón.
Ver aquello en lo que se considera fabuloso, escuchar aquellas historias que lo tienen atónito, observarlo columpiarse o deslizarse por el tobogán es ver magia pura. Su preciosa carita y ese dulce “abuelita” bastaron para volverme loca. Por eso prometo bajarte la luna, arrimarte al sol y llenar de dulces cada tarde.
Consentir cada capricho, brindarle todo mi amor, acompañarlo en cada aspecto de su vida se convirtió en mi deporte. Remembrar el arte de cambiar pañales, calmar berrinches, sentar en el regazo para entretener fue prioridad desde la llegada de mi nieto.
Un amor único
¿Y qué más da si mi hijo, yerno o nuera no logra comprender este amor tan profundo? ¿Qué importan sus enojos pasajeros? Pues yo sé muy bien que, así como ayer no me entendían y hoy -al ser padres- lo hacen, cuando llegue el día de convertirse en abuelitos comprenderán mi comportamiento.
Mi pedacito de cielo, mi mundo, mi universo y mi todo. Eso es mi nieto para mí desde de su llegada. Por eso solo deseo que tenga una vida plena y feliz, y le pido a Dios poder disfrutarla junto a él cuanto sea posible. Pues si algún sentimiento de tristeza o dolor se asoma, quiero ser quien le seque las lágrimas y esboce en su rostro una mueca de alegría.
Por qué tiene tanta importancia la abuela materna para un niño
4 minutos
Si bien desde un punto de vista emocional y de crianza las abuelas maternas son muy importantes, también hay razones biológicas que vale la pena conocer. Descúbrelas a continuación.
Entre la abuela materna y sus nietos existe una conexión especial, pero que a nadie sorprende. Esta imagen es muy importante en la vida de un niño por diversas razones, no solo se trata del aspecto emocional. Muchas personas no están relacionadas con sus abuelos, no conviven con ellos o apenas los conocen. Aun así, están unidos de por vida.
La función de la abuela materna es particular, a ella se la “acusa” de tener responsabilidad directa con los nietos, más que la otra abuela. Además, su influencia traspasa generaciones, debido a los valores y aprendizajes que nos llegan desde ella.
Desde el punto de vista genético también tiene mucha importancia. Esta mujer realmente es doblemente madre, en especial si su descendencia es femenina. La mujer nace ya con sus óvulos desarrollados, es decir, que sus eventuales nietos también estuvieron dentro de ella. ¿Podría la ciencia explicar la conexión que tenemos con nuestra abuela materna? ¿O acaso es solo un tema sensitivo y moralista?
¿Cómo explica la ciencia la importancia de la abuela materna?
De acuerdo con la teoría de Alejandro Jodorowsky, ensayista chileno; no importa cuánta afinidad o recuerdos infantiles tengas de tu abuela materna, estás unido a ella por los genes. Según este planteamiento debemos mirar con detenimiento cómo un niño ha recibido tal influencia.
Al parecer, la carga genética que se transmite de la madre al hijo viene directamente relacionada a la abuela. De entre todos los abuelos, es esta quien mayor participación tiene en cuando a la herencia. En cuestiones de genes, las generaciones no parecen seguirse inmediatamente, sino que se salta alguna. Por eso, es posible que ciertos niños tiendan a parecerse más a un tío abuelo o a un bisabuelo que a sus propios padres.
Quizá el parecido no tiene que ser físico, pero definitivamente a nivel genético ha dejado huella. En ocasiones, esa huella es totalmente perceptible, tal vez un lunar, sus ojos o la manera de caminar. También existen marcas internas, por ejemplo las características de los huesos, músculos o quizá alguna enfermedad.
Como es de suponerse, ciertos aspectos no tienen que ver con la crianza. No es que nuestro hijo se ha dedicado a las mismas tareas que aprendió con su abuela materna, sin duda es algo que heredó por medio de la sangre. Y sí, la ciencia tiene una explicación, en este caso los nietos ya estuvieron en el vientre de su abuela.
La formación del feto dentro del vientre materno recibe mucho material biológico de la madre. Aunque ambos padres tienen el 50% en la formación del embrión, para que este se desarrolle debe seguir nutriéndose de la madre. Es decir, cuando ya la participación del papá ha acabado, mamá sigue actuando.
Abuela materna en todo el sentido de la palabra
Si la abuela participó de alguna manera en la formación de su nieto de acuerdo al ADN, entonces sus rasgos pueden transferirse al niño. No obstante, Jodorowsky explica que no solo son características físicas las que se heredan. Al parecer las vivencias emocionales de la abuela materna también pueden heredarse.
El ovocito a partir del cual nació tu hijo, posee la carga genética de tu madre. Todos tus hijos tendrán el mismo material genético ineludiblemente. Es por ello que de alguna manera se producen nexos capaces de traspasar dimensiones.
Según el ensayista Jodorowsky, aquellas emociones que sufrió la abuela cuando estaba embarazada de su hija, fueron traspasadas a ellas y quizá tal vez a esos futuros nietos. Es decir, aquella influencia emocional puede seguir activa en el ADN, aun cuando ya haya pasado una generación.
Como sabemos, la información del ADN mitocondrial, es decir el que proviene de la madre, es mayor en el momento de la formación del embrión. La esperma del padre carece de este tipo de información, así que los abuelos paternos no intervienen más allá. Pese a esto, algunos estudios genéticos estiman que los rasgos del ADN del padre son mucho más dominantes en relación a la herencia.
De igual manera, desde un punto de vista más bien sentimental, en la mayoría de los casos la abuela materna se involucra mucho más con el embarazo, parto y crianza de sus nietos. La importancia de esta figura es indudable para la mayoría. Quizá no sabemos qué heredamos de nuestras abuelas, pero su presencia en nuestras vidas es muy valiosa desde todos los puntos de vista.