La violación de la ley física
El hombre salió de las manos de su Creador perfecto en su organización y de bellas proporciones. Si por más de seis mil años ha podido soportar el impacto creciente de las enfermedades y la violencia, es una prueba concluyente del poder de resistencia con que fue dotado. Aunque los antediluvianos se entregaron al pecado sin restricción, transcurrieron más de dos mil años antes que comenzaran a sentirse los efectos de la violación de las leyes naturales. Si Adán no hubiera poseído originalmente una resistencia física superior a la de los hombres que viven en la actualidad, la raza humana ya se hubiera extinguido.
A través de las sucesivas
generaciones que siguieron a la caída del hombre, la tendencia ha sido
continuamente hacia abajo. Las enfermedades se han transmitido de padres
a hijos, una generación tras otra. Aun los niños en sus cunas sufren
malestares causados por el pecado de sus padres. . .
Los patriarcas de Adán a
Noé, con pocas excepciones, vivieron cerca de mil años. Después el
promedio de vida de los seres humanos ha ido en constante descenso.
La violación de las leyes
físicas, con su consecuente sufrimiento y muerte prematura, ha
prevalecido durante tanto tiempo, que estas consecuencias han llegado a
aceptarse como la suerte natural de la humanidad; pero Dios no creó a la
raza humana en una condición tan debilitada. Este estado de cosas no es
obra de la Providencia, sino del hombre. Fue producido por los malos
hábitos, es decir por la violación de las leyes que Dios estableció para
gobernar la existencia humana. La transgresión sostenida de las leyes
de la naturaleza es una transgresión continua de la ley de Dios. Si los
seres humanos hubieran obedecido siempre la ley de los Diez
Mandamientos, practicando en sus vidas los principios de dichos
preceptos, hoy no existiría la maldición de las enfermedades que inundan
al mundo. . .
Cuando los seres humanos
toman cualquier curso de acción que los hace derrochar su vitalidad o
que anubla su intelecto, pecan contra Dios; no lo glorifican por medio
del cuerpo y del espíritu que le pertenecen. Pero a pesar de que el
hombre lo ha insultado, el amor de Dios todavía se extiende a la raza
humana, concediéndole la luz, capacitando a la gente para ver que si
desean llevar una vida perfecta necesitan obedecer las leyes naturales
que gobiernan el ser. Entonces, ¡cuán importante es que las personas
caminen en esa luz, y que ejerciten todas las energías, tanto del cuerpo
como de la mente, para glorificar a Dios!
Elena de White
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